sábado, 18 de junio de 2011

Derek Sombracuervo


Camareras que como dulces gatas se ofuscaban en robar un tenue beso de sus labios, imploraban desesperadas una seductora mirada del warlock quien, en su atavío de superioridad,  apartaba con ademanes de desprecio la caterva amorosa.

Y todo ello haciendo acopio de su alta autoridad de hechicero, pues no era para menos, ya que, Derek Sombracuervo, se encontraba aquella tarde en la taberna El Cordero Degollado. Apoyado al fondo de la barra del bar, el joven brujo disfrutaba paladeando su copa de Pinot Noir, el viejo y distinguido vino de las bodegas de la enigmática taberna de los brujos.
Bajo su largo cabello negro, los pequeños e inquisitivos ojos azules parecían estar siempre maquinando algún tipo de empresa, no precisamente benévola.

No todos los brujos en Ventormenta poseían el caracter de Derek, su autoría y potestad,  vanidad y seguridad, las cuales embriagaban el aroma del lugar con tan sólo mirarlo, eran algo que resultaba muy complicado de tomar a la ligera, pues es bien sabido que entre la hermandad de Warlocks, la sapiencia, altanería y orgullo eran una tricotomía encadenada.  Ni la personalidad orgullosa de los guerreros, ni los disparatados conocimientos de los magos, ni siquiera las petulantes hechicerías de los paladines podían compararse con el imperioso caracter de ciertos brujos.

-Una copa del mejor tinto para la señorita.-dijo Derek.
-¿Tan largo tiempo sin quitarme ojo y no habéis apreciado que mi jarra aún está llena?-replicó Täkhisis.
-Mi ofrecimiento era para realizar un brindis.
La bruja se giró sobre sus talones y por  vez primera miró al warlock a los ojos

La cuestión en esta parte de la historia es obvia: mi relación con Derek. Siempre he obviado mencionar mis antiguas amistades de la ciudad, muchas de ellas surgidas a raíz de mi instrucción como bruja, muy joven.
Algún día relataré la historia de Derek Sombracuervo. Pobre desgraciado.

viernes, 17 de junio de 2011

La Caída del Rey de los Vrykuls.


Las Runas estaban en lo cierto. Si tal era mi destino de enfrentarme a la muerte en el mismísimo salón del trono del Rey Ymiron, que así sea.
 El sol caía entre las nevadas cumbres de Fiordo Aquilonial y los abetos susurraban mecidos por el viento que, como un susurro macilento, alimentaban el miedo en una noche de incertidumbre.

Takhisis había decidido contar con la inestimable ayuda de su fiel amigo, el Noble paladín Tyr. La bruja se colgó su bastón a la espalda, imbuido por la magia de los mísmisimos Hijos de Hodir y echó un vistazo a su bolsa violeta de piedras de alma.

-"Bien, tendré suficientes"- se dijo a sí misma, y se vistió con su toga negra. Aquella noche se enfrentaría a su destino.


La fortaleza de Utgarde, ofrecía un siniestro espectaculo esa noche. Bañada por la siniestra luz de la luna llena,dentro de Utgarde, el fiero clan Desuelladragones construye enormes armas de guerra en forjas de fuego perenne.

-Tyr,sabes que estimo tu ayuda en esta afrenta- Confesó Takhisis.
-La Sagrada luz de mi alma se fusionará a tu oscuro poder, no te preocupes, Ymiron caerá esta noche.-
- Sé que echas de menos a Idunn.- añadió Takhisis mirando al paladín por encima del hombro.
- Ella dio su vida por salvarnos, Tak-respondió Tyr- y en el fondo, siempre me acompaña. Va conmigo. Al menos su recuerdo.
La bruja miró a Tyr durante unos escasos segundos, por un momento comprendió el dolor al cual se había estado enfrentando el joven Paladín desde la muerte de su amada Idunn.
-Tuvo un funeral precioso-dijo Tak- Todo Darnassus estuvo presente. Su muerte no será en vano.-
-No Takhi, no lo será.Que Elune la guarde en su regazo. Ymiron pagará por ello.
Los rumores decían que los seguidores del Rey Ymiron se han aliado con la Plaga, todos los moradores del Fiordo Aquilonal han visto a los aliados más comunes de los Desuelladragones: los protodragones. Estas brutales criaturas parecen tener poco en común con sus hermanos más conocidos de los cinco Vuelos. No obstante, los Vrykuls han adiestrado a los aterradores protodragones para que les sirvan como monturas. Bajo el mando de Ingvar el Saqueador, los jinetes de dragones se deleitan en asesinar a sus enemigos por sorpresa desde el cielo.

Sus pasillos aún conservan los ecos de sufrimiento de almas en el pasado.

La warlock y el paladín se dirigen sin miramientos a la Cámara del Rey, matando casi sin pestañear a sus súbditos.La vista del trono desde abajo impresiona.

-Habéis llegado hasta mí. Pero no conseguiréis lo que habéis venido a buscar.-
- No queremos el tesoro Ymiron- resonó el eco de la voz de la Warlock.
-¡Buscamos venganza!- grito Tyr a la vez que desempuñaba su espada y establecía un sello sagrado de protección.
Takhisis y su poder de fuego consiguió inmolar al Rey, el cual mientras ardía rodeado de llamas, sintió como su vida se escapaba bajo un fugaz rayo de energía violeta, el cual se apoderaba de su alma.



-Ahora la Fortaleza es tuya- dijo Tyr.
Takhisis subió al empedrado trono rodeado de cuernos fabricados por los Vrykuls, velas llameantes y pieles de oso. Desde allí todo parecía más pequeño.
-No Tyr, este lugar está corrompido, la muerte y sus huestes caminan invisibles por sus corredores.
Salgamos de aquí. El destino no existe.-

viernes, 20 de mayo de 2011

Jotunheim


El gélido viento del norte que llegaba a las laderas en la montaña de Jotunheim,apenas permitía respirar con normalidad. Era una zona escarpada y peligrosa con extrañas cuevas donde los ecos de los gritos de sus gigantes aún retumbaban en la nieve.

Takhisis alzó la mirada. El vasto Imperio Vrykul que se extendía a su alrededor no parecía especialmente amistoso. Sus cabañas construidas en la propia montaña, esculpidas en la roca y fundidas en sus laderas con la forma de descomunales cabezas de dragón, incitaban a andarse con mucho cuidado por aquellas tierras.

Lentamente, la bruja se desplazó hacia uno de los recovecos que había formado la nieve en las piedras y formuló un hechizo invocando a un elemental del vacio: Hukgore. El elemental la había acompañado siempre en sus incursiones más peligrosas y aunque sabía que no podía confiar en él, aquel ser del abismo le pertenecía y como propiedad no era más que un esclavo de su ama Warlock.

Después de convocar a los poderes de la oscuridad creando una piedra de alma, la cual la permitía desafíar a la propia muerte y resucitar de entre los cadáveres, Takhisis se puso en marcha hacia uno de los lagos cercanos al poblado Njorndar. Allí crecían las más preciosas Espinas de hielo y los más delicados Jacintos de nieve, perfectos para algunas de sus pociones de alquimia. Aunque lo que la Warlock buscaba en aquellas aguas era algo muy distinto.

"Aquel que beba de las aguas del lago de la caverna de Jotuheim, no conocerá el tiempo pues la inmortalidad de los Aesir penetrará en su alma"
Takhisis recordaba aquellas palabras escritas en el libro de la nigromante Roderasha. ¿Otro de los secretos de la inmortalidad fraudulentos? se preguntó la Warlock. Había recorrido los lugares más inóspitos de Azeroth, en Kalimdor, los Reinos del Este e incluso en Terrallende buscando aquellos secretos perdidos en ese libro de hechizos. Todo resultaron ser falsos. Sin embargo, Rasganorte, el frío continente septentrional era diferente. El reino de Arthas y de los antiguos Dioses Aesir era la magia en estado puro.

-¿Quién penetra en los dominios de la oscuridad? – la voz del gigante era como un seísmo que conmovía hasta los cimientos de la propia montaña. – Dios o Gigante, Hombre, Enano o Elfo, nadie ha salido vivo nunca de los oscuros túneles de Jotunheim.-

Takhisis no se dejó atemorizar por el eco amenazador que poseía la voz de aquel ser de la profundidad de la caverna. Permaneció en silencio.

Sigilosamente la bruja acompañada de su elemental azul del vacio,penetró en la noche de la caverna, iluminada sólo con antorchas de fuego en las paredes.

-La muerte es tan sólo un precio por tu arrogancia- exclamo Takhisis cuando estuvo frente al gigante.
-El otro precio será la humillación.-
-Tú, bastarda humana. Pagarás caro esta insolencia. Ni en las estancias de Valhalla recordarán tu nombre.-

Duante la lucha encarnizada, el dolor y el sufrimiento marcaban el paso del tiempo que la bruja y el gigante permanecerieron luchando en la caverna. Cuando el gigante estaba moribundo y su humillación había quedado patente en los muros de la cueva de Jotunheim, el lamentable ser imploró, no por su vida, sino por su muerte.
- Acaba conmigo, los Dioses me estarán esperando en las estancias sagradas de Valhalla. Mi nombre será recordado y moriré con honor.-

Takhisis esbozó una agria sonrisa, llena de cinismo.
-Tengo otros planes para tí.-
La warlock respiró hondo extendiendo su brazo y drenando el alma del gigante con un mortífero rayo violeta.
- Tu muerte será eterna-
La bruja había encerrado el alma del gigante en una piedra de cristal. Para siempre.

viernes, 1 de abril de 2011

Las tumbas de los No muertos


¿Podría un no-muerto conocer la paz? Eso era lo que se preguntaba la bruja ya que, en el cementerio de Cerro del Cuervo, la muerte vaga con nombre propio: Mor ´Ladim.

Esta es una historia de venganza.

Después de casi tres años sin pisar los alrededores de las Villas cercanas a su ciudad de origen, Ventormenta, Takhisis volvió a Villa Oscura para saldar su deuda pendiente con el no muerto Lord Mor ´Ladim.

La historia de Morgan Ladimor, más tarde conocido por su temible nombre entre los zombies, Mor ´Ladim, es uno de esos relatos trágicos que traen a la memoria el dolor y el sufrimiento en una época que ya pocos recuerdan.


Aciagos años ha, en la memoria casi olvidada de unos pocos, aún retumban los ecos de la guerra de Lordaeron. Allí fue donde Morgan Ladimor luchó fervientemente del lado del bien en las filas del gran Uther El Iluminado, ignorante de su funesto final, ya que al regresar a su hogar en Cerro del Cuervo,encontró su hogar arrasado y la tumba de su esposa, ante la cual Morgan enloqueció asesinando sin piedad y ciegamente a varios guardias de la ciudad.

Más tarde, cuando la ira se había disipado, Morgan tomó conciencia de lo ocurrido y vio su espada ensangrentada, clavada en el pecho de uno de los centinelas. Al borde del límite, extrajo el puñal de su cinturón y lo hundió en su propio pecho.

El cuerpo de Morgan Ladimor y los de sus víctimas fueron hallados al día siguiente. Fue enterrado rápidamente, sin ceremonia, en una tumba excavada en las afueras del cementerio. Puesto que había cometido asesinato contra personas inocentes, algo que iba totalmente en contra de sus creencias y su naturaleza, y por el dolor que sentía por haber sido incapaz de salvar a su familia, Morgan no tuvo una muerte pacífica y vagó por el mundo como un muerto viviente. Pocos días más tarde, su tumba fue profanada y su cuerpo había desaparecido.

Quien un día fuera Morgan ahora vaga por el Bosque del Ocaso, consumido por la pena de haber perdido a su mujer y sus hijos, así como por el desprecio hacia sí mismo. Mor’Ladim, vaga ciego de venganza y odio por el Bosque del Ocaso, cometiendo asesinatos indiscriminadamente.

Pero el componente más trágico de esta historia no es la pérdida de la familia de Morgan Ladimor, si no el hecho de que cayó en la locura, asesinó y se quito la vida sin saber que su hija Sarah Ladimor —perteneciente ahora a la guardia nocturna— estaba viva y atormentada por las circunstancias que rodearon la muerte de su padre.


La Warlock conocía esta historia, pero también conocía a Pamela, la pobre niña fantasma que vagaba por su antigua aldea, asesinada y masacrada por Mor ´Ladim y sus huestes de no muertos y de zombies.

Igual que el resto de su familia. Takhisis la conoció en vida. Comenzó a instruirla en las artes de la magia de los brujos. Siempre que podía, la bruja montaba su corcel de fuego y bajaba a visitar a Pamela, prometiéndola que un día sería una gran bruja. Pero eso nunca sucedió.

La venganza será un plato que la bruja saboreará con placer. Mor ´Ladim conocerá la ira y quizá, sólo quizá, pueda por fin descansar en paz.


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