viernes, 18 de octubre de 2013

Más allá de Uldum



Las antiguas profecías se han cumplido. El mundo es hoy un lugar devastado. Tras el cataclismo, Azeroth ha cambiado, pero no sólo la tierra es diferente, nosotros tampoco somos los mismos.

Muchos de mis antiguos compañeros de viaje quedaron atrás, algunos abandonaron el honor de su causa, la belleza de su sagrada misión por otra no menos loable y poder así estar cerca de su familia y seres queridos. Tanta lucha, sangre y muerte volcadas en el único propósito de la justicia. Una vocación muy subestimada en nuestros días y a la que todos sucumbimos en algún momento de pasión o venganza pero que algunos pronto abandonan conformándose , no con el futuro que habían soñado, pero al menos con algo mejor de lo que tuvieron.

Y fue en Uldum, donde tuvo lugar mi visión. Hastíada  y al igual que mis compañeros, algo confundida, por mi mente rozó la idea de regresar a Ventormenta. Regresar a una casa vacia. Sabía que nadie me esperaba allí, aun así mi toga, mi bastón y mi varita me pesaban cada día más y apunto estuvo este deseo de apoderarse de mi. Pero fue en Uldum donde  mi rumbo volvió a cambiar. El espíritu de la vieja alma de la nigromante que tanto me había enseñado de niña vino a mi en plena vigilia, me encomendó una misión y en sus palabras un nombre: Ramkahen. El viejo pueblo felino descendiente de los Tol'vir,  guardianes de Uldum, quienes perdieron su cuerpo de piedra, y ahora caminan entre los vivos para proteger los secretos de los Titanes.

 La Luna de sangre de aquella noche de verano marcó el inicio de mi nuevo viaje. Los Titanes podrían devolverme al fin la parte de mi alma perdida en aquel ritual oscuro, proprcionarme más poder...conseguir al fin la inmortalidad sin depender de mis piedras de alma, sin arrebatar más almas a nadie ... o quizá destruirme para siempre. Cualquiera de esas ideas no era menos atractiva que otra, de modo que ¿por qué no hacer una visita al viejo pueblo que despertó de la piedra?



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